Como parte del programa “Historias Vivas”, Amigos de los Grandes Maestros del Arte Popular busca acercar a las personas a conocer el trabajo que realizan los maestros artesanos, con el fin de que sean valoradas las técnicas tradicionales, la destreza y la belleza de las piezas que reflejan una parte vital de nuestra cultura.
Historias Vivas conjunta una plática por parte de un especialista con una visita a los talleres. En esta ocasión, Ana Paulina Gámez nos habló de “Cajas y rebozos”, la historia de las piezas y de los grandes maestros las elaboran. Posteriormente, se llevó a cabo una visita a los talleres de algunos de los maestros artesanos más reconocidos por elaborar estas piezas que destacan por su calidad: René Ángeles Navarro, de Naucalpan, cuya especialidad son las cajas de madera decoradas con hueso y concha; Evaristo Borboa y Luis Rodríguez Martínez, ambos reboceros originarios de Tenancingo, Estado de México.
El maestro Navarro es un artesano actualmente reconocido por su destreza en la técnica de la taracea, cuya técnica consiste en incrustar piezas de diversas maderas o de otros materiales, como madre perla, concha de abulón y hueso de res en la madera.
Comenzó su carrera a una edad muy temprana: A los veintiún años se le encomendó la restauración de una antigua caja de madera y de ahí aprendió de manera autodidacta a elaborar piezas con estética virreinal, integrando elementos prehispánicos y otros detalles de su propia imaginación, lo que lo llevó a participar y ganar el Galardón Nacional, que es el máximo reconocimiento que otorga Fomento Cultural Banamex y el Fondo Nacional para el Fomento a las Artesanías [FONART]. Sólo dos talleres en México –éste de Naucalpan y otro ubicado en Jalisco- elaboran piezas de este tipo de taracea.
Actualmente, el maestro René Ángeles continúa elaborando cajas, baúles, secreteros y hasta bargueños, una pieza que durante la Nueva España se usaba para guardar valiosas pertenencias al viajar; todas sus obras son únicas e irrepetibles, y los diseños van desde lo geométrico hasta lo orgánico, incluyendo formas florales, animales y de iconografía fantástica.Generalmente, el maestro toma como inspiración las piezas que se exhiben en los museos de artes decorativas, como el Franz Mayer, o en sedes que aún resguardan tesoros novohispanos, como el Museo Nacional del Virreinato.
“La mayor alegría de uno es crear algo”, aseguró el Gran Maestro, “y el artista nunca encuentra límites: siempre está la ambición de crear algo mejor”. Al terminar la visita, el maestro artesano expresó muy contento: “en veinte años nadie había visitado mi taller”.
A sus 89 años, el maestro Borboa es uno de los pocos artesanos que da continuidad a la técnica prehispánica del telar de cintura en Tenancingo, Estado de México.
Su taller es su propia recámara y, frente a su cama, trabaja de pie hasta diez horas todos los días, con las cuerdas ceñidas desde su cintura hasta un poste para tejer rebozos. De esta manera recibió a los visitantes, sin que las preguntas curiosas interrumpieran el ritmo de tu tejido, lo contrario, sonreía y las respondía alegremente, como si fueran parte de la trama y la urdimbre; incluso, se animó a cantar una canción que solía cantarle su madre “…Rebozo, rebozo, bonito rebozo, tejido en telar de cintura, lo usan las niñas bonitas ¡y también las viejitas!”.
Cuando le preguntaron a qué mujer le había hecho el que consideraba su mejor rebozo, respondió que, como buen católico, el mejor rebozo se lo había hecho a la Virgen.
Desde los 7 años no ha parado de hacer rebozos, obteniendo premios nacionales y galardones que son testimonios de su destreza y trayectoria. Además, nos aseguró que es un trabajo que lo hace feliz porque “siempre se salió con la suya”, siempre hizo lo que más le gusta: rebozos, y es hasta este año que aceptó enseñar su técnica a dos aprendices, para que su legado siga viviendo en cada rebozo.
El maestro artesano Luis Rodríguez, también originario de Tenancingo, Estado de México, pertenece a la tercera generación en su familia en el oficio de elaborar rebozos en telar de pedal, una técnica novohispana. Sus antepasados crearon un taller a finales de 1800, dejando de lado la técnica personal del telar de cintura para elaborar más rebozos en menos tiempo haciendo uso de los telares de pedal. Orgulloso, nos comentó que posee 12 telares de más de 100 años de antigüedad, y al preguntarle por qué, nos aseguró que la madera de los árboles jóvenes se doblaba o no soportaba la maquinaria, y, en cambio, la madera de los telares originales tiene características particulares del clima de la época, sus vetas son más apretadas y resistentes a los cambios de temperatura y a la presión del movimiento.
La meta del maestro artesano Rodríguez González es crear una escuela de rebozos, para que no se pierda la tradición, incluso, algunos extranjeros se han interesado en tomar clases con él y aprender el oficio. Además, quisiera dejarle una empresa de rebozos a sus hijos, pero no con la intención de volverlos reboceros, sino insistiéndoles a través del estudio y de una preparación universitaria, para que la empresa familiar trascienda y siga produciendo. Incluso, actualmente, se apoya en diseñadores de moda contemporáneos para aplicar telas del rebozo en la producción de otras piezas, como blusas, collares, corbatas y hasta zapatos. Esto, con el fin de que la técnica tradicional no se pierda, pero que también pueda seguirse practicando, al hacer productos de uso actual.
Hoy en día su taller es uno de los más grandes de Tenancingo, además de funcionar como una fuente importante de trabajo para la comunidad, en la que se contrata a más de 150 mujeres, entre tejedoras y empuntadoras, además de encomendarle a 14 empleados cada una de las tareas de los 14 pasos tradiciones para hacer un rebozo, desde preparar los hilos y juntarlos en madejas; teñirlos y anudarlos con ikat –antigua técnica en la que se guardan ciertas porciones de madejas de hijo para evitar el tinte y conservar el blanco del algodón original–, hasta colocarlos en los telares y producir de 90 a 100 rebozos al día.
Agradecemos la cálida bienvenida y los conocimientos que nos brindaron los artesanos en sus talleres, a la vez que celebramos a quienes se aferran con amor por su trabajo a rescatar nuestras tradiciones mexicanas y transmitirlas a las nuevas generaciones.
La visita a los talleres de los grandes maestros del arte popular fue una de las actividades que seguiremos realizando en el marco de Historias Vivas, para acercarnos a los talleres, y así conocer y valorar su trabajo.