La vestimenta y los accesorios del charro se embellecen con el bordado con hilos de pita. Este tipo de decoración sobre pieles, llamada “piteado”, surgió desde la época virreinal y por varios siglos ha ornamentado cinturones, sillas de montar, chaparreras, fundas de pistola y sombreros charros. Actualmente, un hombre destaca en la elaboración de todas estas prendas, él es el Gran Maestro Armando Gaeta Loera de Colotlán, Jalisco.
El maestro dirige y supervisa dos talleres donde el trabajo es artesanal, hecho exclusivamente a mano. Para dar vida a una pieza, se debe preparar, por una parte, el hilo de pita. Éste se extrae del agave a través de un trabajo exhaustivo que comienza al raspar las hojas. Las hebras que surgen del raspado se lavan con limón para que se blanqueen y se dejan secando al sol para que obtengan brillo. Hay que peinar las hebras y torcerlas en pequeños conjuntos para obtener, finalmente, el hilo de pita.
Por otra parte, es necesario curtir la piel para que adquiera ciertas características de flexibilidad, uniformidad, calibre y color. Las pieles que Don Armando utiliza son de res, chivo y borrego, a veces usa venado, zorro, tigrillo, martas y tejón. Para trabajos muy finos, se emplea la oscaria o la gamuza. Cuando la piel se ha curtido debe ser planchada por el revés, de este modo, queda lista para ser cortada con un molde que da origen a las partes que conformarán la pieza. Antes de aplicar el bordado a la piel, está debe quedar limpia. Ya limpia, se dibujan los contornos de los motivos que generalmente son florales y geométricos. Posteriormente comienza el trabajo con una aguja con pita.
Cabe mencionar que a Don Armando le gusta ser innovador en cuanto a los diseños pero siempre trata de mantener la tradición. Cuando se han plasmado los diseños, el último paso es cocer todas las partes que integran la pieza. Así surgen sillas de montar, fundas, cinturones y muchas otras piezas que destacan por un decorado donde el hilo de maguey llena casi todos los espacios.
El maestro tiene un taller en Jerez, Zacatecas y otro en Cocotlán, Jalisco. Sus piezas se comercializan en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, pero, sobre todo en Los Ángeles. Ha obtenido alrededor de veinte premios y reconocimientos, entre ellos, el de Gran Maestro del Arte Popular Mexicano, otorgado por Fomento Cultural Banamex en 1996. Una de sus mayores satisfacciones ocurrió en 1971, cuando le solicitaron una silla de montar para obsequiársela al gobierno de Japón, la cual se encuentra en un museo de ese país.
Actualmente las piezas del Gran Maestro forman parte de América, Tierra de jinetes. Del charro al gaucho, siglos XIX al XXI, una exposición realizada por Fomento Cultural Banamex A. C. en donde se muestra la cultura ecuestre que se desarrolló en América a partir de la llegada del caballo al Nuevo Mundo. ¡Te invitamos a ver esta muestra y a ser testigo de cómo las piezas de los Grandes Maestros también son parte de la historia y tradición ecuestre de América!
Fuentes:
Grandes Maestros del Arte Popular de Iberoamérica, Tomo II
Coord. Cándida Fernández de Calderón
Fomento Cultural Banamex
Exposición América, tierra de jinetes. Del charro al gaucho siglos XIX al XXI