Este mes de marzo, recordamos con cariño al Gran Maestro Evaristo Borboa Casas, acaecido el 29 de diciembre del año pasado.
Don Evaristo Borboa Casas (1926), quien amaba entrañablemente su oficio y del cual decía que creía que de él “se hacen de misterios”, nos explicó en su momento que la elaboración de los rebozos se ha mantenido durante siglos en algunas localidades del territorio nacional. Una de las más importantes es Tenancingo, en el Estado de México, que en esta materia cuenta con una larga historia. Lo cierto es que un rebozo en telar de otate requiere de muchos y variados pasos para lograr ser una prenda sofisticada y de fina textura como las que se elabora con la técnica de teñido de reserva llamada ikat.
Este largo y preciso proceso fue observado por don Evaristo, cuando a los siete años acompañaba a sus padres en todos los pasos para realizar esta prenda tan tradicional. Llegada su juventud, esta actividad lo atrapó por completo y se dedicó a aprender todo el proceso y varias técnicas, entre ellas la del teñido. Desde entonces, buscó hacer cosas nuevas, no se mantuvo estancado, haciendo que su trabajo sobresaliera porque siempre se superó por medio del estudio. Además, siempre quiso transmitir sus conocimientos a otras personas que han estado interesadas en aprender, incluso extranjeros que llegaron a visitarlo y a pedirle les enseñara. Es el caso de Yumi Makino, una mujer japonesa que tomó clases con él y que incluso escribió un libro titulado Evaristo Borboa: Tenancingo es mi tierra.
Algunos de los procesos de la técnica de ikat, para la elaboración del rebozo, son el devanado, el urdido, el pepenado, el boleado y el dibujado. El amarrado es el más característico; se hacen amarres muy apretados en ciertos tramos de la urdimbre, donde lo establece el dibujo, para que al teñir no penetre la tinta. Se obtiene de esta manera una prenda que conserva el color original y, en los tramos que absorbieron los colorantes, aparecen los diseños: bolitas, granada, laborcitas, ojo de venado, palomitas, arco blanco y muchos más, algunos antiguos que ya casi no se realizan. Para teñir, utiliza el añil, la semilla de achiote, el encino quemado y la cochinilla, entre otros. Termina con el empuntado que, en ocasiones, cuando se trata de piezas grandes, lo realizan expertas.
Entre los muchos reconocimientos que recibió el maestro Evaristo, se cuentan el nombramiento de Gran Maestro del Arte Popular por parte de Fomento Cultural Banamex en 1996; una mención honorífica en el Concurso del Gran Premio de Arte Popular en el año 2000, y el primer lugar en el Concurso Nacional del Rebozo en 2005. Satisfecho de todos ellos, reconoce que su “más grande logro fue obtener el Premio Nacional de Ciencias y Artes” en 2005. Su larga trayectoria y legado permanecerán intactos por medio de su herencia cultural, a través de sus piezas colocadas en diversas colecciones nacionales. Además, su trabajo y técnica permanecerán latentes en las manos de todos aquellos que con orgullo pudieron llamarse sus aprendices.