En Uruguay, el mate es una bebida de gran popularidad en todas las comunidades debido a su tradición de consumo social, en base a una infusión realizada de yerba mate. La palabra mate deriva de la palabra en quechua “mati” que significa “recipiente”. Dentro de esta vasija pequeña se coloca la hierba y se sirve con agua caliente. El mate puede realizarse en distintos materiales: vidrio, aluminio, madera o, tradicionalmente, de la calabaza común –“lagenaria vulgaris”– cortada y curada.
El fruto de la yerba mate (Lagenaria vulgaris) prolifera en el norte del país, desde donde es trasladado y vendido por distribuidores en Montevideo. Las principales especies cultivadas se distinguen por su forma y sus nombres populares: pera, galleta, mate huevo o poro paraguayo, de la que se corta el porongo (extremo superior), una de las preferidas para tomar la infusión.
El Gran Maestro Pedro García Lanza, originario de Montevideo, Uruguay, se ha especializado en la realización de mates con la tradicional calabaza, objeto en el cual plasma su talento e ideas de gran originalidad que le han convertido en un digno representante nacional. Sus calabazas o mates suelen ser labrados, tratados, tallados o grabados, sin embargo, su trabajo artesanal constantemente evoluciona y sus formas de expresión artística van cambiando de acuerdo al progreso de su talento.
El maestro cuenta que el arte que ahora realiza no es heredado, pues su familia era obrera, pero tenían una peculiaridad: un fuerte interés en las diferentes expresiones artísticas, un hogar que salía de la norma “sin televisión y con biblioteca”. Su padre –poeta– junto con su madre, generaban un espacio familiar propicio para dibujar, recitar e inventar historias. Este periodo de su vida sería aquel donde tuviera su primer acercamiento a las artes, las cuales, en la actualidad, forman parte importante en su actividad artesanal.
Al llegar a la adolescencia, el Gran Maestro experimentaría con técnicas artesanales como la serigrafía y el pirograbado en cuero. No obstante, su formación sería determinante a partir de 1975, año en el que comenzaría su aprendizaje en el taller de Dumas Oroño, reconocido artista plástico uruguayo perteneciente al taller de Joaquín Torres García. Con Dumas Oroño, el maestro adquiriría los principales conceptos de dibujo y pintura, así como la original técnica de tratamiento y grabado sobre calabazas –la cual fue desarrollada por ese maestro–. Su profesión como artesano comenzaría en 1982, al verse desempleado como obrero metalúrgico.
El Gran Maestro Pedro García Lanza talla el mate a la manera de un taco de xilografía, contrastando la superficie tratada con la zona labrada o desbastada. Un pequeño torno eléctrico, aquellos que son utilizados por los odontólogos, es su herramienta principal. Luego de lavar y elegir los mates, el maestro comienza aplicando las tintas y el ácido que somete al fuego de un soplete, conformando los planos de color o delineando el dibujo deseado. Posteriormente, realiza el encerado total de la pieza y el labrado, que va desde la línea al desbaste de amplias superficies.
El tratamiento del color de la pieza se apoya en tonos naturales y efectos de fuego, generalmente dentro de una gama específica. El maestro aplica tintas, preferentemente de color negro para generar un contraste con el color de las zonas talladas, y suele aprovechar oportunamente las manchas o marcas propias del fruto para generar un contraste de colores. El concepto de unidad, entre la decoración del mate y el soporte, guía el tratamiento de las superficies, no sólo en lo formal, sino también en cuanto a los materiales que se utilizan para la decoración. Si bien el soporte está dado, éste condiciona la decoración, la cual se adapta con plasticidad a la forma y las características naturales del mate.
Los primeros mates que realizó el maestro Pedro estaban destinados para el uso cotidiano, “sólo para tomar mate”. A éstos les aplicaba guardas tradicionales, geométricas u otras decoraciones rítmicas de punto línea. Sin embargo, poco a poco fue creando dibujos más elaborados donde, por ejemplo, realizaba descripciones de la cultura uruguaya. En sus trabajos más recientes se observa una de las características que lo distinguen de sus colegas: el trabajo como un todo. Así, cada una de sus obras se convierten en piezas exclusivamente ornamentales. En algunos casos, el maestro añade piezas de madera o ensambla el mate con otra calabaza, transformándose en un personaje con zonas profusamente decoradas.
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Fuente:
Grandes Maestros del Arte Popular de Iberoamérica, Tomo I
Coord. Cándida Fernández de Calderón, 2013
Editado por Fomento Cultural Banamex, A.C.