Del 8 al 23 de enero se festeja cada año la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo en el estado de Chiapas. Esta celebración fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2010 y conmemora al Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y, al santo patrono de los Parachicos, San Sebastián Mártir. Como parte de los festejos se observan la Danza de los Parachicos cuyo origen tiene diferentes relatos pero su fin último es celebrar el catolicismo, ya que esta danza representa un castigo al pecado.
Las máscaras que se usan en la Danza de los Parachicos comienzan a elaborarse desde meses anteriores. Sin duda el más destacado mascarero de Chiapa de Corzo es el Gran Maestro Antonio Hernández quien se especializa en el Patrón, personaje central de la danza.
Para Don Antonio las máscaras un objeto sagrado, por ello elabora sus piezas con absoluto respeto y cuidado. Procura usar los materiales originales para dar vida a las máscaras. El proceso inicia con la selección de un trozo de madera de cedro, con un compás el maestro marca el área que va a ahuecar por la parte de atrás y así comienza a retirar una parte de la madera con sierras y gubias. Posteriormente, da forma a la parte delantera y crea las facciones con cuchillos y pulidores por medio del tallado. Para que la madera quede tersa en ambas partes debe rasparlas con una corcholata. Continúa alisando y puliendo para poder aplicar una base, de yeso y blanco de España, que es pulida nuevamente dando lugar a una textura muy fina. El siguiente paso es insertar unos vidrios delgados en la parte de los ojos y hacer unas ranuras por donde el danzante pueda ver. Para pintar la cara y los rasgos, el maestro utiliza pinturas industriales que mezcla con aceite de chía y pinturas que él mismo hace con tierras o anilinas. Finalmente se vuelve a pulir la máscara para darle un toque brillante y se ponen las pestañas elaboradas con cabello.
Con la labor del mascarero López Hernández se han recuperado antiguas técnicas prehispánicas para la preparación de aceite de chía (el cual le da el toque barnizado a sus máscara). Además, el maestro ha contribuido en el rescate de la danza Cálala, en las festividades de Corpus Christ,i y de las máscaras de la zona Zoque. Ha dedicado también su esfuerzo a la capacitación de las nuevas generaciones, transmitiendo los conocimientos de su maestro Miguel Vargas Jiménez, quien fue un reconocido tallador. Con el apoyo de la maestra y especialista en arte popular Ma. Teresa Pomar† y de Culturas Populares de su localidad, ha preparado a muchos artesanos, entre ellos a Baltazar Hernández López, quien es hoy gran maestro de la talla en coco y hueso. Por todas estas razones el maestro, fue reconocido como Gran Maestro del Arte Popular en 1996 por Fomento Cultural Banamex y en 1998 en el Premio de Ciencias y Artes.
Fuentes:
Grandes Maestros del Arte Popular de Iberoamérica, Tomo II
Coord. Cándida Fernández de Calderón, 2013.
Editado por Fomento Cultural Banamex, A.C.