Torre de Ollas

Elena Felipe Félix
Torre de ollas, 2003
Huáncito, Michoacán, México
Col. Fomento Cultural Banamex, A. C.
Fotografía: Édgar Espinoza

 

En Huáncito, Michoacán, Vasco de Quiroga introdujo el torno alfarero e invitó a los habitantes a elaborar cántaros, ya que la escasez de agua hacia de estos recipientes el medio perfecto para transportar y almacenar agua. Con el paso del tiempo la fabricación de cántaros desembocó en torres de ollas que permitieron un mayor abastecimiento de agua en las casas.

Actualmente, las Grandes Maestras Elena Felipe Félix y Bernardina Rivera Baltazar, de Huáncito Michoacán, continúan la con la elaboración de torres de ollas que heredaron de sus ancestros. Sus técnicas de pintura y su arduo trabajo hacen que sus torres se conviertan en bellísimas piezas decorativas.

 

Elena Felipe Félix y Bernardina Rivera Baltazar
Rama: Barro
Especialidad Bruñido
Huáncito, Michoacán, México
Fotografía: Édgar Mejía

 

Para crear una torre de ollas, las alfareras deben conseguir el barro y dejarlo secar en un lugar abierto para posteriormente triturarlo con unas piedras pesadas. Enseguida, limpian el material y le retiran pequeñas piedritas y basuras. El siguiente paso es volver a moler el barro en el metate. Luego lo ciernen en un colador hasta que se obtiene un polvo muy fino que después humedecen. Al día siguiente, amasan el barro sobre una tabla que han colocado sobre piedras. El proceso es lento, ya que cuidan que no se formen grumos ni burbujas de aire, pues esto provocaría el rompimiento de las piezas.

El siguiente paso es moldear las piezas. Para ello, forman bolas de barro amasado y las extienden sobre una tabla como si fueran una tortilla. Una vez que han formado una tortilla delgada, la aplican a un molde, alisando el barro con un trapo húmedo, con un hilo delgado cortan la masa que se sale del borde.

En el caso de cántaros y ollas usan dos moldes y después unen las partes de la pieza. Generalmente Elena y Bernardina desmoldan las piezas a la sombra y luego las dejan secar. Ya oreadas, les dan un primer baño de charanda (tierra de color café) y las pulen, primero con una piedra y después con un trapo. Terminando el pulido sigue la decoración en la que utilizan finos pinceles y tintes preparados con agua y barro. Los motivos que vas les gustan son pájaros, flores, pescados y conejos. El paso final es la quema de la pieza.

 

Fuente:
Grandes Maestros del Arte Popular de México
Coordinado por Cándida Fernández de Calderón
Editado por Fomento Cultural Banamex, A.C., 1998

 

FacebookTwitterShare